
(ya que a mi no, igual a alguien le sirve de algo)
sobre el capítulo 9, de Investigación sobre el entendimiento humano, de David Hume: LIBERTAD Y NECESIDAD (edición con notas de Vicente Sanfélix)
Como sabemos, existen muchísimas cuestiones que han sido discutidas durante siglos, y aun así no se ha llegado a ninguna conclusión. David Hume empieza esta sección número 8 titulada “De la libertad y de la necesidad”, haciendo referencia a este tipo de cuestiones. Y dice de ellas que la ambigüedad que deriva de estas discusiones viene dada debido a que los distintos interlocutores le están atribuyendo diferentes significaciones a los términos que puedan estar utilizando.
Este autor explica que si tratamos temas que están al alcance del conocimiento humano, como son los de la experiencia común, puesto que suponemos que todo ser humano tiene las mismas capacidades mentales, es imposible que de otro modo al nombra puedan pasar siglos sin que se llegue a un entendimiento después de que se hayan argumentado todas las posiciones.
Unas de estas cuestiones tan discutidas, es la libertad y la necesidad. Esta controversia, como las otras, se hubiese terminado –dice- haciendo una serie de definiciones de los propios términos. Hume cree, que las discusiones sobre estos dos conceptos, han sido causados pos una sofística laberíntica, pero que realmente, existe una concepción unánime sobre ellos. Lo que intentará Hume en este capitulo, es aclarar estas dos nociones. Divide el capítulo, en dos apartados, y al final de cada uno de ellos encontramos una aclaración de Vicente Sanfélix (profesor de la Universidad de Valencia).
Al primer apartado, este profesor se refiere como “El compatibilismo:un proyecto conciliador”. Explica que Hume en el “Tratado de la naturaleza humana”, se muestra como determinista (partidario de la doctrina de la necesidad) en ontología y libertarista (pastidario de la doctrina de la libertad) en ética. Después en la “Investigación sobre el entendimiento humano”, presenta sus tesis al respecto, para hacer entendible la compatibilidad entre libertad y causalidad, conceptos que en la mayoria de los casos (exiten otros compatibilistas, como Locke o Hobbes) se consideran incompatibles.
Los que no son compatibilistas, son o partidarios del libertanismo, que defienden que las acciones sólo pueden ser libres si no están necesariamente determinadas por ninguna causa, o los deterministas, que consideran que todas las acciones humanas tienen una causa necesaria, y con ello, reducen la libertad a no posible.
La manera de explicar, o argumentar, Hume, el compatibilismo, es con la pretensión de acercar las acciones de la naturaleza a las acciones de la voluntad humana.
Primero, Hume, afirma que universalmente siempre se ha estado de acuerdo en que, la necesidad y causalidad en los eventos de la naturaleza, se obtiene únicamente de dos modos: uno, en la observación de la uniformidad en las operaciones de la naturaleza, y dos, en las inferencias que por costumbre hace nuestra mente esperando que después de un acontecimiento se siga otro. Y dice que: “si todas las escenas de la naturaleza estuvieran continuamente cambiando de tal manera que cualesquiera dos eventos no guardaran ninguna semejanza entre sí, sino que todo objeto resultara completamente nuevo, sin ninguna similitud con nada que se hubiera visto antes, nunca habríamos, en este caso, obtenido ni la menor idea de necesidad o de una conexión entre estos objetos”[1].
Y continua, diciendo que si se considera también, que universalmente se ha aceptado que estas dos cirumstancias que se dan en la necesidad de los acontecimientos naturales, se dan también en las acciones de la voluntad humana, entonces se estaría afirmando que todo el mundo ha tenido siempre –interiomente- una concepción común de la necesidad –aunque no en cuanto a la palabra-. Y como se espera, esto es lo que ahora intenta mostrar.
Expone Hume, que las acciones humanas cumplen con una gran uniformidad, y esto es reconocido universalmente: los mismos motivos se siguen siempre de las mismas acciones. Y dice que sentimientos de ambición, avaricia, vanidad, amistad, generosidad, junto con otros, y mezclados entre ellos en diferentes grados, son siempre la causa de todas nuestras acciones.
Con ello, la historia, sólo ha de encargarse de encontrar los puntos en comúns de los acontecimientos humanos durante el paso del tiempo, apra así poder nosotros “familiarizarnos con las fuentes regulares de acción y la conducta humana”[2]. Estos registros históricos (guerras, revoluciones, conquistas, etc.), son lo que los humanos utilizamos para establecer lso principios de la ciencia, de igual modo –apunta Hume-, como nos familiarizamos con los elementos externos de la naturaleza.
Para convencernos, nos invita a que imaginemos, que un hombre que viene de un país lejano, nos contase que allí los hombres están solamente llenos de buenos sentimientos y que nunca se guiasen por aquellos negativos, ¿como reaccionariamos nosotros?, supone que tachariamos a este hombre de mentiroso, relacionando la historia que nos cuenta, con un fábula y no con una verdad. Esto ocurre, porqué gracias a la experiencia, observamos estas formas de actuar de la voluntad humana, y nuestra mente asocia que una cosa sigue a la otra –un acontecimiento sigue a un motivo-. Palabras humeanas: “Estas observaciones generales, atesoradas en el curso de la experiencia, nos dan la clave de la naturaleza humana y nos enseñan a desenredar todas sus complejidades”.[3]
Y nos advierte que si no hubiese uniformidad en las acciones humanas, no se podrían dar estas observaciones generales. Y comenta un ejemplo en forma de cuestión: ¿Por qué es el viejo granjero más hábil en su oficio que el joven princpiante, sino porque hay una cierta uniformidad en la operación del sol, de la lluvia y de la tierra en la producción de las verduras, y la experiencia enseña al viejo agricultor las reglas que gorbiernan y dirigen esta operación?”.[4]
Aún siendo cada hombre de una forma distinta, porqué lo que no podemos aceptar, es que todas las personas vayan a reaccionar de la misma manera delante de una misma situación, esta diversidad nos permite crear una variedad de máximas, lo cual implica, que sigue habiendo un cierto grado de uniformidad. Y esto lo vemos por ejemplo en: son diferentes los humanos según qué época y qué cultura, y con ello aprendemos como la educación moldea nuestro carácter; también observamos diferencias entre hombres y mujeres, con esta observación podemos fijar lo común de cada sexo; y lo mismo ocurre con las diferentes etapas de la vida (niñez, adolescencia, madurez). En cualquier caso esta diversidad esta dentro de una uniformidad, que al concretarla mediante la experiencia, nos ayuda a comprender nuestra propia complejidad.
Reconoce Hume, que existen acontecimientos que no coinciden con ninguna regular conexión: “no todas las causas vienen conjuntadas con sus efectos usuales con la misma uniformidad”[5]. Y lo soluciona diciendo, que tras la observación, mediante el razonamiento, podemos formar máximas que indican que la incerteza que se da en algunos casos procede de la secreta operación de causas contrarias. Es decir, que todo tiene una causa, aunque no al conozcamos. Que un reloj no funcione, observado por alguien no experto, pensaria que el reloj se ha estropeado, y a dejado de funcionar con la misma regularidad que procede, en cambio si lo observase alguien más experto, atribuiria esto a una causa oculta que puede ser una simple mota de polvo que ha intervenido en el proceso. Del mismo modo, los humanos, máquinas grandemente complejas, albergamos causas ocultas, desconocidas para nosotros, y esto no implica inexistentes.
Se eliminiaría la existencia de la moral, de la política, y de la historia, opina Hume, si los aconteciemientos humanos no sigueran ningún tipo de uniformidad. Uniformidad que se da en la ejecución de actos, y de este modo, nuesta mente relaciona unos con otros. Por nuestra mente recorre un curso de ideas, unas se siguen de las otras, y dice Hume, la mente no diferencia acciones voluntarias y acciones naturales, conectándolas en una cadena a todas por igual.
De este modo, acabamos concluyendo, lo que esplicábamos en un principio, ahora expresado en palabras de Sanfélix: “de modo que la necesidad física que une los eventos de la naturaleza sería del mismo tipo que la necesidad moral que une las acciones con sus motivaciones”.[6]
Hume está convencido, que en cuanto a la forma ce actuar, la humanidad siempre a actuado deacuerdo a la doctrina de la necesidad, pero en cambio no ha estado deacuerdo de un modo teórico. Y cree, que esto es por querer que la noción de necesidad abarque más de lo que debe abarcar.
Todo cuadra, si no pretendemos que la necesidad vaya más allá de la relación de estos dos conocimientos ya nombrados: el observar de la unifomidad y la acostumbrada transición de la mente.
La humanidad, si no ha estado de acuerdo, y si este tema ha sido ampliamente debatido, es porqué segun su atrubución a “necesidad” no puede coincidir en las acciones de la natura y en las humanas. Veámoslo tal y como lo explica este autor.
Mucho creen, dice Hume, que pueden sentir una conexión necesaria entre causa y efecto, que va más allá de lo explicado por Hume, en cuanto a los acontecimientos naturales; cuando intentan aplicarlo mismo a las acciones humanas, no es posible.
Lo que sorprende del sistema de Hume, es que “debilita” el concepto de necesidad, y con ello adscribe necesidad a las acciones de la voluntad. Con ello, se enfrenta a los sistemas de los filósofos que hablan de uan necesidad más estricta, y también se enfrenta a todos los que no quieran creerse que la voluntad esta marcada por ningún tipo de necesidad. Pero dice: “La necesidad en el sentido que aquí es tomada, nuna se ha rechazado, ni pude rechazarse jamás, creo, por ningún filósofo”.[7]
Al final de este primer apartado, Sanfélix, explica que no es verdad que siempre haya habido una consideración unánime sobre el asunto que Hume considera. Además, que exista una relación causal entre motivos y acciones, exactamente igual como ocurre en las acciones naturales, se puede discutir.
También juzga este último, que la definició que ofrece Hume de la libertad, es muy pobre. Hume se refiere a libertad como: “un poder de actuar o no actuar conforme a las determinaciones de la voluntad”.[8] Hume considera que de esta libertad puede disponer cualquiera que no se encuentre prisionero, y que así es considerado universalmente.
A continuación dedica Hume el segundo apartado del capítulo, al ámbito de la fundamentación de la moral en su compatibilismo. Empieza aquí, afirmando que la libertad y la necesidad, son esenciales para la moralidad.
Lo que Hume pretende, es mostrar que su doctrina, no afecta a la moralidad ni a la religión. Com ha explicado en el anterior apartado; el sentido que el da al concepto de necesidad, así también al de causalidad, no cambia para nada en el aspecto aceptado por toda la humanidad en cuanto a las acciones humanas. Sólo podría discernir en cuanto a esperar otra relación entre las acciones naturales. Pero si encaja en las consideraciones, que siempre han estado, en cuanto a la voluntad humana, es que no cambian para nada el tema de la moralidad. Cito al autor para que veamos sus palabras: “No alteramos ni una coma del sistema ortodoxo heredado por lo que a la voluntad respecta, sino sólo en lo tocante a los objetos y causas materiales”.[9]
Hume considera, que las leyes –sobre recompensas y castigos-, son la causa de las buenas acciones humanas, son los motivos que ejercen de forma uniforme y regular induciendo las acciones de la voluntad.
Se considera, en general, que la libertad no puede existir con el determinismo, si las acciones humanas están necesariamente conectadas con una causa, no hay libertad que le permita al humano hacer ningún tipo de elección, no se le puede atribuir ninguna responsabilidad: no se le puede castigar ni homenajear. Por eso determinismo y necesidad se conseidera incompatibles. Como vemos Hume intenta explicar que esto no es así, teniendo en cuenta el cator causal en las acciones humanas.
Lo explica, diciendo que, precisamente un hombre sólo puede ser responsable de sus acciones, si en él está la casua de ellas: “Las acciones (...), si no tienen su causa en el carácter y la disposición de la persona que las realiza, no pueden redundar ni en su honor, en caso de ser buenas, ni en su intamia, en caso de ser malas”.[10] Por eso, dice, que el considerar a un hombre inocente de un crimen que ha cometido, está en concordancia con aquella teoría que niegue la necesidad.
Respecto a la libertad, dice que los mismos argumentos son válidos para explicar que, sin libertad no es posible ninguna calificación moral.
Después de aclarar todo esto, va aludir a Dios al final del segundo apartado, siendo también el final del capítulo, y según Sanfélix: “quizá lo más interesante”[11]. Nombra a la divinidad creadora del universo, al comentar una posible objeción a su teoría.
Esta objeción sería, que si las acciones de al voluntad y las acciones de la naturaleza están sujetas a las mismas leyes necesarias, entonces se podría crear una cadena inmensa de causas: desde la acción particular producida “voluntariamente”, hasta el ser creador motivo de su origen. Teniendo esto como consecuencia, que o bien todas las acciones se ha de considerar benignas puesto que proceden de un ser perfecto, o se le ha de quitar esta atribución a Diós, y se le ha de hacer responsable de las malas acciones humanas (igualmente de las buenas).
De este modo, hace una crítica a la teodicea, dejando así de quedar inmune, la divinidad, de esta doctrina humeana.
[1] David Hume, Investigación sobre el entendimiento humano, Ágora, 2004, p. 193.
[2] David Hume, Investigación sobre el entendimiento humano, Ágora, 2004, p. 195.
[3] David Hume, Investigación sobre el entendimiento humano, Ágora, 2004, p. 197.
[4] David Hume, Investigación sobre el entendimiento humano, Ágora, 2004, p. 199.
[5] David Hume, Investigación sobre el entendimiento humano, Ágora, 2004, p. 201.
[6] David Hume, Investigación sobre el entendimiento humano, Ágora, 2004, p. 217.
[7] David Hume, Investigación sobre el entendimiento humano, Ágora, 2004, p. 211.
[8] David Hume, Investigación sobre el entendimiento humano, Ágora, 2004, p. 215.
[9] David Hume, Investigación sobre el entendimiento humano, Ágora, 2004, p. 223.
[10] David Hume, Investigación sobre el entendimiento humano, Ágora, 2004, p. 223.
[11] David Hume, Investigación sobre el entendimiento humano, Ágora, 2004, p. 232.
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